miércoles, 7 de marzo de 2012

OLOR DE TORTILLA DE PATATA

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Sonaba a lo lejos la melodía del telenoticíes,  el patio vecinal intercalaba olores de las cocinas ultimando los platos que se iban a servir en las casas.

Pensaba en todas mis compañeras de colegio y vecinas que en ese preciso instante estarían sirviendo esos platos de manera ordenada, primero los suegros, luego el papá, luego los niños, por fin el turno de la mamá. Todos paella menos ella, que está a dieta.

Un aspersor regaba la hierva. Chás, chás, chás. La cortina se hinchaba como una cantante de ópera al son de un compas dos por dos. Entraba mucha luz.

Estaba a punto de tener un orgasmo, cuando un profundo olor de tortilla de patata irrumpió en la habitación y ya con mis ojos cerrados me multiplicaba en dos, en tres, en cuatro, en cinco, en mil, en tres mil, toda yo círculos concéntricos en perfecta expansión. Como una piedrecita al caer en un lago. 

Notaba como el me miraba y apartaba el pelo de mi cara. Nada importaba salvo el olor de tortilla de patata de casa bien.