El otro día compré una peonia, la rosa de Sant Jordi estaba hace días muerta. Las flores secas nunca me han gustado. Igual que las mariposas con alfileres. La naturaleza muerta la dejo para los cuadros.
La peonia me avisó la tendera se te morirá pronto, coge otra que no esté abierta. Sin embargo las flores son como las relaciones, nunca las escoges tú te escogen ellas a ti. Esta me escogió y supe que el hecho de que viviera mucho o poco no me importaba en absoluto. Hoy estás, mañana no. Fin de las lamentaciones. Ni la peonia más longeva del mundo podía regalarme una belleza tan arrebatadora como aquella.
Con la flor en las manos, recorrí el camino de vuelta a casa en bicicleta. La peonia la sugetaba a duras penas, en cualquier momento podía salir volando. Sin embargo no lo hizo y volvimos por la Diagonal con estos treinta grados de estas primaveras tan raras que nos acompañan, como la del año pasado.
En el camino pensaba, cuándo empezamos a conocer a una persona, cuando nos la presentan por primera vez, o quizás en el mismo momento en que por casualidad te cruzas con ella en un paso de peatones, coincides en el público de un concierto, escuchas una canción a la vez o te emocionas por la misma noticia. Quizás sí existe el destino en definitiva, algo que no acabo de creer.
Y qué aprendemos de las personas que ya no están a nuestro lado, de una aprendí a hacer la cama y a disponer los platos fregados, a vivir con poco, a descubrir la belleza. De otra la capacidad de sacrificio, de trabajo de las cosas bien hechas pero cuidado no demasiado, el hilo de la cordura es un hilo fino como el de pastelería que se rompe en un clic. Sin embargo sólo es cuando se van de verdad que eres capaz de ver con claridad. Mi madre me enseñó esto a los 20 años. Como una flor que estalla en su belleza, como la mejor primavera, como la brisa que acompaña las bicicletas. Aún siendo en un breve espacio de tiempo, no las cambiaría por nada. Dar lo mejor de uno mismo en cada gota de existencia y no usar excusas para ser víctimas constantes de lo que sucede a nuestro alrededor.
Así veo tu ilusión y las ganas de vivir. La vitalidad o el entusiasmo por las cosas, como un niño.
Nos lo pasaremos tan bien, estoy segura de que sí. Sin duda. Gracias.