
A Maria, Anita y David.
Genchu creía que dentro de cada tableta de chocolate, había un gran vaso de leche.
Convenció a unas vecinas que su hermana Lourdes vivía dentro de un armario, así que vinieron a hablar con los malvados padres para ver qué pasaba.
Su primer verano de campamento batió el récord mundial de días sin ducharse, cuando lo fueron a buscar tenía el cuello negro. Costó mucho que volviera a su color natural según contaba su madre.
Genchu y Lourdes se empeñaron en que sus padres le pusieran a su hermana pequeña de nombre Paloma, sin ellos se llamaría Marta, que es un nombre de animal según averiguaron sus hermanos con el diccionario.
Genchu creció y en las fiestas se hacía llamar Tracy cuando ponía música con el tocadiscos -Paloma siempre les espiaba- y aunque lo niegue cantaba canciones horteras en la ducha.
Siempre se comía la merienda de sus hermanas y negaba haberlo hecho, pero las cuentas de los donuts nunca salían. Y se hacía bocadillos de pan de molde que eran rascacielos de gran altura.
Genchu cuando hablaba por teléfono estiraba tanto el cable que llegaba a medir mil millones de metros, años más tarde se crearon los teléfonos inhalámbricos para la ruina de sus padres.
Cada sábado iba a buscar a su hermana pequeña a los boy scouts con el asiento de su nave espacial lleno de chucherías y por supuesto panteras rosas, que son unos pasteles de color rosa como su nombre indica.
Ahora su hermana pequeña sigue sin arrugarse ante las vicisitudes de la vida, aunque nadie le quita los sustos a la pobre. Ni siquiera su hermano que aún sigue escondiéndose para poder pegárselos.
