Achinas los ojos y ves el paisaje con sus casas de puertas de colores y niños que se bañan en el agua a los gritos -en francés- del universal: ¡mamá mírame! Agosto. Una señora elegante se apoya en una sola mano, lleva sombrero y gafas de sol. Huele a jazmín intermitente. Ves a lo lejos un faro y encima del promontorio una iglesia. Cuatro pies en diferentes posturas y un mantel a rayas a modo de toalla improvisada. Tagore. Suenan campanas. El mar está tranquilo como un papel de plata que mece las piedras de colores. Y te olvidas de las obligaciones aunque no quieras y todo sabe a sal aunque tampoco quieras. Y toca recoger aunque quieras aún menos porque el sol se va, al final esos pocos rayos se vuelven de colores: amarillo de napoles, rojo de cadmio, naranja sombra tostado. Todos en polvo y mezclados. Y comienzan los olores a calamares, cien postales se escribieron en un mismo momento para enviarse veinte, final del verano con caravanas y canciones. Las de todos los coches parados a la vez, algunas familias se distraen jugando con los niños. A otros se les -cachis!- para el motor en los peajes con cola. Otras parejas son la envidia del mundo escuchando singles. como cada año todo a la vez y todo el rato. Lo bueno y lo malo. Es lo que tiene agosto que quieras o no quieras termina el verano.
domingo, 23 de agosto de 2009
sábado, 8 de agosto de 2009
tres tristes calamares en mi plato y no hay tigre que se los coma
Tres trocitos de papel,
tres lugares,
tres estrellas,
tres nombres.
Tres tristes tigres en bici sonrieron a la luna llena.
Tres miedos bajo alfombra de lunares (en venta),
tres puas de peine se han roto esta mañana,
a tres metros de mi casa una iglesia blanca.
Tres cruces tiene su fachada.
Tres vecinos charlan en la calle, del tiempo y del calor, con calma.
Tres horas bastan para convertirme en un lío y tres para que lo deshagas.
Tres veces pienso que no y tres que sí : margarita deshojada.
tres lugares,
tres estrellas,
tres nombres.
Tres tristes tigres en bici sonrieron a la luna llena.
Tres miedos bajo alfombra de lunares (en venta),
tres puas de peine se han roto esta mañana,
a tres metros de mi casa una iglesia blanca.
Tres cruces tiene su fachada.
Tres vecinos charlan en la calle, del tiempo y del calor, con calma.
Tres horas bastan para convertirme en un lío y tres para que lo deshagas.
Tres veces pienso que no y tres que sí : margarita deshojada.
jueves, 6 de agosto de 2009
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