Por qué soy fan y me interesan los fans. Soy fan de todo aquello que eleve mi espíritu. Si como dicen es cierto que los sonidos graves te bajan a la tierra y los agudos te elevan al Olimpo -o eso decían los griegos- a mi me gustan ambos por igual, por lo que deduzco que mi espiral emocional se debe reflejar en una especie de circunferencia, que siento alrededor de todo mi ser cuando una nota vibra en el aire, se convierte en impulso nervioso en mi cabecita, mucho más bonito llamarlo tono y a su conjunto melodía.
MELODIA: que solos no hacemos nada en esta vida. Aunque a veces me sienta como un DO sostenido, retenido, aguantando ahí apretadito y con ganas de respirar.
Recuerdo un programa de radio que se llamaba los veinte plásticos y era de música pop. Llamé varias veces con sobrenombres. Pasaba las tardes disimulando que estudiaba con aquel aparato ortopédico que llevaba. Me impedía respirar. Rodeada de postales de puestas de soles ocres de "Dios es amor" "Si lloras las lágrimas te impedirán ver las estrellas" . Y pedía canciones. Una liberación. La música. Solía pedir grupos españoles y también mucho pop melancólico. Me encantaba Neil Diamond por mis hermanos y Leif Garret porque era una adolescente muy romántica. Los Bee Gees... Y todo lo triste. Mi hermano junto con la guerra de las galaxias, Jesucristo Superstar que aprendí las letras de tantas veces que la fui a ver, también hizo otra aportación importante: me regaló un walkman. Ese objeto me salvó la vida. Durante años no podía salir de casa sin la música a todo volumen en mis orejas. Timidez. Cualquiera sale a la calle con aquella cosa en el cuello a la edad de doce años. Mi primo me regaló varios siete pulgadas de The Smiths, The Cure, Echo and the Bunnymen, Beatles, Fleetwood Mac. Mi vida cambió. Descubrí The Church, The Style Council. Fui tirando del hilo como si de un ovillo se tratara y yo dentro del laberinto, en el extremo opuesto siguiendo las canciones, que parecían escritas para mi y los libros parecían escritos para mi y el universo me rodeaba lleno de señales a una adolescente más, entre un millón de millones en ese periodo delicado en el que crees que todo es blanco o negro y tu opinión en contraste con la de tus padres la más absoluta de las verdades. Ahí nace un fan, en su necesidad de pertencer a un grupo y de ser aceptado. Este grupo sí este no y así con todo, esto sí esto no...una margarita a la que aún arranco pétalos a día de hoy porque lo bueno de esto es que sabes cuando empiezas pero no cuando acaba el descubrimiento. Después de los veinte plásticos, Radio 3 con el pause puesto para grabar las canciones que me gustaban, después * Viaje a los Sueños Polares *. Maquetas arriba y abajo. Cassettes, caras A caras B, rebobinar con el boli. Cuando se gastaban poco a poco las pilas y bajabas el volumen para que durara más. Los conciertos, la música en directo, la vibración en los pies, el no poder respirar, el creo que la tocan ahora, el se han agotado las entradas, el me voy a encontrar con él, el que nadie me hable ahora me voy a segunda fila...
No puedo evitar escuchar los hilos musicales de los supermercados, de los restaurantes o las consultas y preguntarme quién los programará. Quién escoge Burt Bacharach 0 Morricone. Sigo siendo fan.

Conoci hace algunos años a un dj de supermercado. Un diseñador gráfico que por no encontrar un puesto en alguna agencia, entro encargandose de los letreros de esas cartulinas grandes donde se anuncian las ofertas. El tenia una colección increible de musica que fue atesorando a lo largo del tiempo. Lo que te faltaba, aquel disco que siempre estuviste buscando, urgando mientras luchabas contra el polvo y los acaros de los gabinetes de ediciones raras, el lo tenia. Fue cosa solo de tiempo para que se hiciera del puesto de dj del supermercado. Un plan de ahorro de la cadena habia decidido terminar con la empresa que suministraba la musica, asi que busco entre sus empleados quien pudiera hacerse cargo, actividad que obviamente se tenia que hacer dentro de las horas de trabajo. Fue entonces cuando paso lo increible y empezamos a escuchar entre las gondolas de las frutas, temas de radiohead; bajo las pilas de conservas, elegantes sones de herbert; aguardando en la fila de las cajas registradoras, remezclas de ediciones japonesas de bjork...Aun creo que esta alli, se llama Oscar y definitivamente dejo los crayones por los altavoces. La última vez que lo vi me saludo desde su cabina, entre la estructura del techo del super, mientras ponia una de sigur ros.
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