domingo, 29 de noviembre de 2009

De repente me encuentro mirando a los ojos de un extraño en clase, escuchábamos música y luego nos mirábamos, nunca había estado con un desconocido aguantando la mirada como ayer. Esa intimidad está reservada a los amantes, a los mejores amigos, a ese silencio que lo dice todo como colofón a las cosas dichas, con o sin palabras. Y me recordaba a aquel juego, cuando era pequeña en el que mi hermano me obligaba a aguantar la risa. Siempre ganaba él. Ayer el desconocido me daba en código morse de pestañas información sobre su vida y yo a él. Teníamos ganas de todo menos de reír. de pronto paseando por las calles de Vitoria con C me encontraba más liviana, menos yo y más todo. Un TODO y el frío era bueno y las calles repletas mil músicas distintas. Pasé por las mismas calles que el día anterior pero ahora miraba las caras, los portales, los números, las luces de navidad, cómo una especie de lenguaje que entendía. Me encontré a otros alumnos pero me veía incapaz de socializar.
El café está helado y me parece que hoy en el tren lloverá y en vez de eso escucharé aquellos dedos sobre palmas a los que solíamos jugar cuando era pequeña. Se hace música con casi todo. Hasta con los besos no dados, ya que en el silencio interior se puede crear una sinfonía con toda suerte de instrumentos. Con toda suerte, nos vemos pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes escribirme a piliarandanos@gmail.com para encargarme un cuento, poema o palabra esdrújula, aunque Pessoa te diría que las últimas son altamente ridículas.