lunes, 5 de julio de 2010

Los relojes a las 4 de la tarde






Decía Saramago que no podía imaginar su vida sin su mujer: Pilar del Río, "Para mí morir es dejar de estar donde esta ella."

En la casa que tienen en Lanzarote rodeada de viento y cal, como un paisaje lunar, apartados de todo y de todos, todos los relojes de la casa sin excepción están parados a las cuatro de la tarde, la hora en la que el escritor conoció a su mujer, Pilar del Río.

Esto lo leí hace muchos años en una revista me impresionó tanto que guardé la entrada en mi blog sin publicar, parece que la semana pasada llegó ese día y hasta hoy no he sido capaz de hacerlo. Sirva, otra vez, este ejemplo de los relojes para recordarme lo que sí es de lo que no. O mejor que todo es y que está bien como está.

Esa mano protectora que ni una espada, ni una piel de oso, Pilar qué suerte.



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