Para tí Dácil que bordabas calcetines con su nombre: Martín Aldaya. Para tí mi amiga y tesoro que dejaste la abogacía para ser taxista, para irte a un vivero, para vivir por el mundo entero, como eres tú. Única.
Siempre dando a los demás, como cuando nos fuimos a Cuenca juntas al museo o cuando viniste a Barcelona y yo era una pena de alma, más que un alma en pena. Ahí tomandonos té a todas horas, yo tan rápida y tu despacio, sabia compañera. Y cuando dormía en tu casa de Cuatro Caminos, con el Pacha Mama por todas partes, tu café y el cochecito leré. Mi buena amiga.
Te mando un abrazo con un hasta muy pronto. Esta vez sí que dejamos plantado todo y nos vamos a ver al primo Pablo o a donde tú quieras.
Tu amiga siempre,
P.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes escribirme a piliarandanos@gmail.com para encargarme un cuento, poema o palabra esdrújula, aunque Pessoa te diría que las últimas son altamente ridículas.