Jimmy tenía un pez fiel como un perro, mimoso como un gato y amante como una esposa. El autor hace que el pez nos sonría y nos adentremos fascinados con éste en el relato, sonriendo con él y bailando con el narrador, en el camino de vuelta al mar… Sin que nos demos cuenta, el pez se cuela en nuestros corazones, y no alcanzamos a discernir si es el pez quien sonríe o el autor.
(¿Quién hará las sinopsis de Barbara Fiore? ¿Barbara Cartland?)


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