Dan consuelo a los corazones los robles gigantes de la Ciudadela, cansados ya de contar su edad concéntrica, para qué. Con sus raíces infinitas anclan la vida. Rastros de pequeños animales y setas, el musgo recibe sin ruido las gotitas de rocío, amanecer corriendo en este parque, es salirse de toda trampa e hilos. El lago en silencio con patos juguetones, pequeños mosquitos en escuadrón, el viento sopla mis párpados dormidos, el sonido de las piedrecitas al correr bajo mis pies, escoger los diferentes caminos, mi cuerpo deja su peso en la tierra, todos los pensamientos pasan al ritmo de mis latidos. Y desaparezco con la naturaleza y soy silencio, nube y trino. Ruiseñores y ¡gaviotas!, soy también el carrito de limpieza, soy escoba, el indigente del banco, ¡soy un diente del indigente! soy arbusto, soy otra vez latido, soy el arco de triunfo, soy...
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Puedes escribirme a piliarandanos@gmail.com para encargarme un cuento, poema o palabra esdrújula, aunque Pessoa te diría que las últimas son altamente ridículas.