Suelo escribir cuentos reales o mentiras verdaderas.
Atrapamiento a lo cotidiano, de lo más normal del mundo.
Atrapamiento a lo cotidiano, de lo más normal del mundo.
Ideas y expresiones. Sopas de letras y emociones. Nubes de tags imaginarios en pizarras igual de imaginarias. Pero esto que os cuento es verdad de la buena.
Soñé la otra noche que se me aparecía mi "ALMA GEMELA", o así se presentaba ella y me decía lo siguiente: te preocupa esto y lo de más allá. -tenía razón hablaba de mi corazón y sus ocupaciones-. La verdad que me sabe mal no poder ayudarte. Pero estoy de camino. ¿No te das cuenta que aún no he llegado?
Yo le decía: pero bueno ¿quién eres? y me contestaba con una sonrisa: aún no nos conocemos pero queda muy poco. Yo tampoco sé cómo eres tú pero sé quién ERES.
Yo es que no creo en almas gemelas ¿sabes? -le apostillaba- las veo una trampa de la felicidad y me contestaba: ya ya lo sé a mi me pasa igual. Pero ya te digo que aún no nos hemos conocido, así que a ver qué pasa. Yo -en el sueño- también sabía exactamente que sentía su corazón en esos momentos. Y volvía a sonreír. Había algo muy familiar en esa situación, como cuando sueño que me tomo un café con mi madre en la cocina de casa, igual de familiar que un excalextrix y las chispitas que les salían a los coches o el olor en los rellanos de las escaleras a tortilla de patata a las ocho de la tarde.
Lo peor de todo es que no recuerdo su rostro, una pena, ni nada referente a él, ya os digo que era un sueño.
Si es cierto lo que dice Freud o Jung que en los sueños cada uno somos todos los personajes que soñamos, eso querría decir que yo soy mi alma gemela también y al escribir esto ya me he relajado . Soy fácil. Como me diría un buen amigo mío poniendo foco, porque yo soy de corazón gran angular y voy mirandolo todo en 360, hasta lo que no veo. Como tú que me lees y me escribes luego, o tú que me sigues la pista, o ella que me sufre en silencio y no tiene motivos o tú que crees que escribo sobre tí siempre y ya ves que no que cuando hablo de abedules, abedules son, o tú que me haces ajustes y buenas críticas, o tú que ves fantasmas donde hay hombres-lobo o mi amiga Dácil con la que intercambio nombres de niña como cromos.
Pensar que existe medio limón, naranja o mandarina por ahí que me está buscando y que es mi otra mitad y yo su otra mitad me fatiga. Me da ganas de pasarme el resto de mis días colecionando apegos amorosos en tarros de cristal numerados por años y colores, con su lágrima y su lazo. Pero no lo haré porque son como las gominolas que son muy bonitas y están muy buenas pero la realidad es otra: provocan caries, desestabilizan la insulina, estresan nuestro páncreas y dan bajonazos que ni el Dragon Kan. Una pérdida de tiempo.

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