miércoles, 23 de noviembre de 2011

La Increíble Historia del Coleccionista de Perlas


 Para Chimo y sus citas que son perlas matutinas y vespertinas. Gracias.


Todas las historias empiezan por el principio y esta empieza por un final. Fue muy feliz. Inmensamente feliz, todo el mundo lo quería.

El coleccionista de perlas desde pequeño iba a buscarlas, nunca para él. No las guardaba en un saco  roído como el señor de la tienda de comestibles sus secos garbanzos. Nada más lejos de la realidad.  
"Quizás las encuentro porque nunca las busco" le dijo una vez a una mujer que le preguntó intrigada.
Nadie sabía cual era su secreto ni cómo las conseguía. 

El coleccionista de perlas se levantaba muy temprano y luego explicaba a los curiosos: "esta es de río, esta es claramente azulada, esta tiene que venir de Filipinas, esta tiene forma extraña... "Luego las compartía con quien más las necesitaba. 

Cada mañana y cada noche los habitantes del lugar esperaban ansiosos las perlas. Lo apreciaba todo el mundo precisamente por compartir lo que tenía y sobretodo por su hermosa sabiduría. A los niños les explicaba cómo nacían las perlas: todos llevamos una dentro, nuestra misión consiste en saber qué somos qué hemos venido a hacer, esa es nuestra perla.
La perla ¿sabéis? es el resultado de un crecimiento provocado por la presencia, dentro del cuerpo de las conchas, de una partícula mágica y extraña como es un incómodo granito de arena. 
Si vosotros encontráis lo que os gusta hacer en la vida y lo hacéis bien, brillaréis y serés como de un poema su mejor verso. "Ohhhhhh" decían los niños que le escuchaban entusiasmados, pensando qué perla o don contendrían e incluso algún listillo ponia granitos de arena bajo su almohada, para ver si en sueños veía cual era su don.

Un rico acaudalado de los montes, que bajó un día al pueblo a por garbanzos hizo que lo hicieran traer y le dijo: "Usted comparte perlas con todo el mundo. Quizás debería dármelas a mi sólo. Juntos podríamos llevarlas a confines, ponerles precios exorbitados, comprar casas, mansiones, terrenos, islas." Mientras decía esto movía sus manos con anillos dorados y gemas de colores.

El coleccionista de perlas, que era un hompre pausado, le sonrió y le dijo: "Estimado señor, que tentador panorama, sin embargo olvida usted algo importante. Las perlas no me pertenecen, son del mar, de sus conchas, de las personas que las necesitan que son muchas. Las perlas aunque cargadas de deslumbrosos detalles, que las distinguen unas a otras, estan rodeadas de arcilla de pequeños cantos. Mi trabajo consiste en limpiarlas, para así darlas mejor a quién más las necesite y no al que las quiera. Ese es mi don.
El rico acaudalado se fue sin entender nada, con sus falsos modales,  su olor a almizcle, que la verdad atufaba bastante.

La sabia señora del pueblo, una mujer que tenía noventa y siete años que escuchó la conversación le dijo: es usted una buena persona tenga le doy un bote de miel o mejor tenga dos. Y el coleccionista de perlas se puso muy contento y se lo agradeció. Era muy feliz, inmensamente feliz.

1 comentario:

  1. Pili, tienes el mapa del atajo al corazón y te saltas el cerebro como una atleta de las palabras. Entras con naturalidad y te quedas como si estuvieras en tu propia casa, que lo es.

    Eres la gran trovadora del XXI. Gracias por a ti por tu poesía de cada día. Acaricias y curas lo que está más herido, lo que escondemos incluso a nosotros mismos.


    Un abrazo de miércoles

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Puedes escribirme a piliarandanos@gmail.com para encargarme un cuento, poema o palabra esdrújula, aunque Pessoa te diría que las últimas son altamente ridículas.