A mi sobrinos David, Ana y María que los quiero más cada día
Esta es la historia de una niña que se llamaba Anita y que vivía en
Sant Cugat.
Se levantaba con los pajaritos en su ventana que le decían Pío Pío, cada mañana.
Su hermana María le peinaba y ella a su vez al pequeño David.
Esta es la historia también de la pequeña Sara que vivía en Londres y cada máñana antes de desayunar escuchaba Chirp Chirp
en su ventana, ante la estación de Mornington Crescent.
Su madre le hacía gachas de avena que a ella no le
gustaban nada de nada y su abuela le daba galletas cuando nadie las
miraba.
Mientras en Italia está Paolo que vivia en Florencia, en Via Faenza
justo detrás del mercado, ayudaba a su padre en una heladería y cada
mañana los pajaritos le decían Pio Pio en su ventana. Paolo inventó el helado de straciatela, que tiene tela.
En Tolousse vivía Vincent que estudiaba mucho cada día, quería ser astronauta o policía. Los pajaritos hacían Pi-Pi-Pi no me preguntéis por qué pero es así.
Y en Japón Piyo-Piyo escuchaba Ayko
cuando su madre le estiraba el edredón. “¡Llegarás tarde!” le decía y
ella siempre le sonreía.”Cinco minutos más, mamá”, le pedía.
Y este cuento se acaba en Fuenterrabía donde vivía el pequeño Juan que escuchaba desde su cuna Txio-Txio,
le gustaba tanto el mar como a su padre y si me apuras como a su
abuelo, algun día navegaré pensaba antes de volverse a dormir y soñaba
con su propio barquito cerca de la playa, apretando fuertemente el que había construído con su tío con una cáscara de nuez.
Anita, Sara, Paolo, Vincent, Ayko y Juan son la historia de todos
los niños del mundo y la del mismo y a la vez. Del lenguaje de los pájaros, todos dicen lo mismo "Despertad y reíd". ¿No creéis?
Este cuento basado en una idea de Albert Uría y Claire
Schmit que discutían sobre el idioma de los pájaros en Ohio hace un par
de años y es -con mucha cara- un humilde homenaje a Rodari, al gran Gianni, como todo este blog, con una pizca de moño de Betty Misiego y bigotes de Fuertes, Gloria.

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