sábado, 24 de diciembre de 2011

Paz y alubias para todos *















Volvía del cole con mis amigas, estábamos muy contentas. Hacía mucho frío y por fin llevábamos guantes y bufanda. La Navidad a la vuelta de la esquina: ¡vacaciones y regalos!.
Luces por las calles, todo tan iluminado es muy bonito. Hablábamos de lo que queríamos que nos trajeran los reyes el Caga Tió y Papa Noel. 

La última clase además había sido muy divertida. La profesora nos explicó diferentes tradiciones navideñas. Hay países que colocan una planta que se llama muérdago en las puertas como símbolo de paz y amor. Y lo mejor de todo es que se colocan debajo de ella para besarse. ¿¿Besarse?? Todos nos alborotamos un poco con tan extraña tradición, qué excusas buscan los mayores para hacerlo, la verdad. Parece ser que era una costumbre ya de la época romana y que en los países anglosajones se estila mucho.

Ivan,  del que os he hablado alguna vez,  se sienta detrás de  Baisakhi y preguntó de donde viene la tradición del Caga Tió, la profesora nos explicó que esta tradición también se puede encontrar  bajo el nombre Cachafuòc y en Aragón se llama Tronca de Nadal ¡Vaya con el Caga Tió! Es casi internacional.

Una chica que su madre es italiana nos habló de una tal  Befana, otro chico nos explicó que Papá Noel en algunos países es San Nicolás, también  un tal Kolyada en Ruisa trae regalos a los niños y Joulupukki en Finlandia…En definitiva millones de niños del mundo nos ponemos nerviosos por estas fechas con motivo.
Y así pasamos  toda la mañana de cristales empañados, chocolates y galletas – los de mi madre unos fantásticos Red Velvet que son para chuparse los dedos y son típicos de Canadá en estas fechas-. Si el cole fuera así cada día no me importaría.

Pensé que si todos imitamos a Papá Noel o a los Reyes Magos de Oriente o si me apuras al Caga Tió pero sin darnos golpes, podríamos regalar algo especial a un desconocido sin esperar nada a cambio.

En la esquina de mi casa hay un banco, pero también es el hogar de un chico que debe tener la edad de mi padre. Siempre me sonríe. Se me ocurre que un buen regalo para ese chico sería un bote de alubias o lentejas. Un poco de turrón tampoco le iría mal. A veces los mayores creen que no nos damos cuenta de estas cosas pero no es verdad, sabemos lo que no está bien. No está bien que nadie pase hambre.
Navidad significa “comida” en muchas partes del mundo, de eso también me enteré en clase. Las familias pasamos mucho tiempo en la cocina. Mi madre por ejemplo prepara pavo como le enseñó a hacer mi abuela y cantamos villancicos como “El Desembre congelat” o “Pastissos i Galetes” nada puede superar el olor del horno y las risas alrededor de la mesa mientras cantamos.

Así que finalmente cogí la libreta donde tenía apuntados todos los regalos que quería recibir este año. Y comencé a tachar. Me quedé con dos. La caja de rotuladores que son sumamente necesarios y una pandereta con la que sueño desde que la vi en la tienda de instrumentos y está en el escaparate junto con los xilofones. No necesito nada más. Quiero que todo lo demás se lo gasten los Reyes o Papá Noel en latas de alubias y lentejas. Así que lo escribí en la carta: Por favor compren alubias y lentejas para todos los que no tienen comida en Navidad y un poco de turrón, si es de chocolate mejor porque es el primero que se acaba en mi casa. Gracias. Y ¡FELIZ NAVIDAD!
Ilustración: Albert Aromir
Textos: Paloma Cordón para Minimusica.


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