El
viernes tuvimos que llevar todos a clase una redacción sobre lo que más nos
gustaba del invierno. Yo la titulé: Las cosas invisibles del invierno que más
me gustan, porque casi siempre las cosas invisibles son las mejores.
Hice
una de esas listas que me gustan tanto: los cristales del autobús 66 se empañan
en invierno y nos sirve a los niños de pizarra gigante, mientras los adultos
sentados se quejan del tráfico. El humo
que sacas cuando hace tanto frío por la boca, que nos transforma en monstruos espaciales. La
nieve cuando empieza a cristalizar es uno de los mejores momentos del año,
sabemos que ya queda poco para hacer al
menos una bola, el olor a chocolate caliente y melindros en la calle Petritxol
que es la calle más famosa del mundo por su chocolate, el olor a musgo de la Fira de Santa Llucia
recién montada…Se lo estaba leyendo a mi amigo Iván por teléfono cuando este me
dijo ¿Y qué hay de lo que no te gusta?
Lo bueno que tiene Iván es que nuestra amistad traspasa las fronteras de preguntas incomodas
como esa y le quiero igual o más.
La
respuesta eran las verduras. ¡Las verduras! Cada noche hay verduras en casa.
Siempre son un primer plato. Y no hay manera, las veo humeantes en el plato y
me dan ganas de volverme invisible. Las acelgas sosas y blandas, no me gustan.
Entonces Iván que además de ser simpático es el empollón de la clase me
explicó: ¿Sabes que las acelgas son de la familia de las Amarantáceas?
¿Amaranaqué? Sí, Amarantáceas. Y se conocen desde el siglo IX AC en Mesopotamia.
Lo que me faltaba era saber que los niños las comemos desde hace tanto. Son tan
nutritivas todos los niños se las comen sin chistar en todos los puntos de la
tierra. Otra bonita imagen se creo en mi cabeza millones de niños de todas
las razas unidos por las acelgas servidas en un plato por papás de todo el
planeta.
Cuando
sea mayor inventaré un caramelo con sabor a acelga para que los niños no tengan
que comerla. Entonces recordé una de mis canciones
favoritas “No sempre el més maco és el
millor”
Cuando
iba con mi abuela a la plaza que es dónde ella compra las verduras, una vez le
pregunté Abuela porqué las verduras que compras son más feas que las del super?
Y mi abuela me dijo lo mismo “No sempre el més maco és el millor”. Y tiene
razón porque sus tomates saben a gloria y los de la bandeja del súper saben a
plástico-espacial, si eres un robot bueno pero si eres humana como yo… No gusta
tanto.
Lo
que sí me gusta mucho son las judías con patatas, las espinacas con trocitos de
pan tostado, la coliflor y mi favorito es el brócoli. ¿A sí por qué? Porque son
bonsáis, me pinto caritas en los dedos y me imagino que los brócolis son
paisajes japoneses para mis dedos. Bosques
de miniatura que además están muy buenos.
Textos: Paloma Cordón para Minimusica
Ilustración maravillosa: Albert Aromir


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