domingo, 8 de abril de 2012

La Increíble Historia del País más Pequeño del Mundo

 Para Maia y Josep, por ser pequeños y muy grandes a la vez.



Érase un país, tan pequeño tan pequeño aunque lo busquéis ya veréis como no lo encontráis. No salía en los libros de geografía y si me apuráis ni siquiera en los mapamundis.
Fijaros si era pequeño, que en vez de princesas tenía guisantes.  
Lo pequeño en este país era  grande y lo grande, pequeño. ¿Que qué quiero decir? Las pequeñas cosas como tender la ropa o poner la mesa eran muy importantes y hacer guerras o discutir de política eran insignificantes.
Las cosas transparentes eran las más importantes: la amistad, el amor o la música.
Como eran tan pequeños, tocaban pequeños instrumentos. Cada mes tenía una nota y esa nota era el himno del país que cambiaban doce veces al año, según el mes, todo el pueblo se reunía en asamblea y votaba una nota:
“¡Pero hombre ha vuelto a salir “SOL”!¡Es el tercer mes ya que el himno es un “SOL”.
“Y qué quiere son las juventudes oiga a mi déjeme tranquilo.” Decía uno de los abuelos del pueblo.
En un guante podía vivir toda una familia. Se anunciaba en el periódico de la siguiente manera: “Cómodo apartamento, con cinco habitaciones y amplio comedor. Ideal familias numerosas”, la gente joven del país más pequeño del mundo, no tenía problemas de vivienda se apañaban con un calcetín a rombos -zurcido o sin zurcir- o un zapato que podían compartir con otros estudiantes.
También jugaban a fútbol con minúsculos quesos de bola, quien ganaba se los podía podia comer después del partido. En verano jugaban con bolitas de regaliz.
Para los habitantes del País más pequeño del mundo una paella era un grano de arroz, que partían hasta en cuatro mitades. Y una gota de agua les bastaba para un mes y podían bañarse tres niños y el abuelo, siempre sin despilfarrar. El País más pequeño del Mundo era muy ecológico.
La gente trabajaba todo un año para conseguir una lechuga, un melón o una nuez.
Los ancianos se quejaban: “Estas nueces ya no son tan pequeñas como las de antes..." y las campesinas sonreían y seguían trabajando.
Una vez llegó al país un puñado de confeti enviado por un acaudalado ciudadano de otro país. En las fiestas del pueblo, convirtieron el confeti en alfombras y todas las calles se llenaron de colores y de formas redondas.
Apareció en otra ocasión una pistola, ¿qué haremos con esto se preguntaban los sabios del pueblo? Encogidos por edad junto a los niños eran los más bajitos y los más respetados del País más pequeño del mundo.
"Para comer no nos sirve”
“Y para jugar mucho menos...”
“¿Alguien le ve sentido alguno?”
“¿Qué os parece si lo enterramos?”
Dicho y hecho. Como eran tan pequeños los habitantes del país más pequeño del mundo, tardaron 3 meses y diez días en enterrarla.

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