Más cursi que la cursiva

Mejor que esos olores que llevan a lugares.
Cualquier canción que habías olvidado y empiezas a cantar al recordar su letra.
Ese amigo con el que no matas, sino VIVES, las horas.
El mundo infinito de lo más pequeño.
La quietud eterna de todas las cosas.
Hasta los números y las letras.
Las mejores tostadas -que todo el mundo sabe- son aquellas que hacen las madres a sus niños el último día de escuela.
Mejor que ese río y sus piedras solteras. Cantan y brillan, ruedan y ruedan.
Mejor que las fotos a un botánico,  a rebeldes raices que salen de la tierra.
Mercados de libros viejos, descubrir nuevas cubiertas, acariciar guardas con manos inquietas.
Ni el récord bajo el agua, mirando hacia arriba esos brillantes colores.
Ni todos los sabores -dulces o salados-  mezclados en horas de tren.
Un parque temático de Doble Pletina, Cannetti con gigantes palas de playa.




Eres tú, amor.

Somos lapa y perla

Si soy la lapa de tu perla, te protegería y no dejaría que te pasara nada malo.
Pero si fuera la perla, te quiero y te querría para siempre a mi lado.

 

(Cuando estás enamorado haces poemas tontos en servilletas y en todos lados)

No soy

Soy un tejado, una chimenea, el prado.
Soy tu pensamiento en este momento

mientras me lees, ya no.
Soy un perfil, sombra y nariz.
Una caja de palomas, sin Pandora a la vista. 

A la vista: un valle o dos.
Un estornudo de mantas, soy.
Y un nudo, que se desata.

Con suerte, a veces, o dos.

Soy un mantra que dice: déjame en PAZ.
Soy toda la pena del mundo
en un vaso de leche con galletas maría.

Soy una miga, olvidada, de galleta.
Soy una asignatura María, que se olvida.
Por fin me rompo.
Soy agua clara.

O un río lleno de destellos y piedrecitas.
eco de mi voz en eco, soy.
Calma, paz,
Soy Nada.