jueves, 8 de octubre de 2009

Me han dicho que en Madrid si frotas tres veces a un madroño, te conviertes en oso y con un poco de suerte en bocadillo de calamares o aún mejor en planta del jardín botánico. Me gustaría ser una planta de flor, una extraña que va a destiempo, como este otoño que es verano y el verano primavera. Una flor, un capullo a veces. Abrirme a extraños. Oler todo el año y a cosas diferentes, a baül, a papel, a pan, a ti -espero que estés más feliz que un mantel en un picnic-

Mi vida entera en el aire contando púas a tenedores y no preocupada por facturas y contadores. Autónoma. AUTÓNOMA. ¡Au!
Cinco días en Madrid me esperan. Duermo en Lavapiés. T, de trabajo y M de museo.
Madrugón para mañana, llevo el pañuelo de Flori y la luna de plata.
Cojo el autobús a las 5 seguro que hago bostezar al conductor, qué pensará un conductor a las 5 de la mañana. En su niña dormida, en la luz que entra por la ventana...
La cucharilla busca yogur y hace campanitas con el cristal. El gato se lame y me mira. M y yo nos vamos a la cama.




1 comentario:

  1. Siempre suena sordo el tintineo de la cucharilla del yogurt, en especial si se ejecuta en un bus conducido por alguien que sigue a la distancia el sueño de su niña. Pero hay otras opciones, sino más muditas, si digamos que hace del yogurt de la mañana, un instrumento de viento que llama a romper filas a la ciudad. Tomas con cuidado la tapita del envase, admiras su brillo de plata de su cara inferior (a lo mejor hasta puedes reir a tu reflejo) y solo abriendo una arista del envase, beber su contenido con fruición. Una vez que ya has vaciado su interior, ya vez, te has hecho de una mini-tuba madrugadora.
    Un saludo desde Chile de un ex-auditor transcordillerano de un "mundo raro".

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