Al leer un libro, el pasar de las páginas mide el transcurso del tiempo. Pero quizás al llegar a un pasaje, la lectura se detiene, la mirada se alza para perderse, mientras el interior late en unidad con lo leído. Es el mismo detenerse en el tiempo que ante un movimiento determinado de Beethoven.
Caminar por la nieve no hollada, despacio. Dejándose atraer por el regato entre los hielos y al día siguiente se cruza de pronto uno con las huellas propias y las va siguiendo.
Vivo en un alegre desorden, pero eso es sólo aparente, porque las ideas se esconden en lo profundo, siendo las que dan vida a las palabras recogidas -y añado- en un cesto de mimbre, con telita de cerezas bordada por encima, o acaso mi vida no es mía y escojo todo. Sea o no sea mío. Todo unísono, a la par, a la impar. Todo siempre es lo que uno ha escogido.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes escribirme a piliarandanos@gmail.com para encargarme un cuento, poema o palabra esdrújula, aunque Pessoa te diría que las últimas son altamente ridículas.