domingo, 27 de diciembre de 2009

Gilot en el Mercat de Sant Antoni




Hoy he intentado andar por la ciudad como si yo misma fuera una turista. Esto es algo que me gusta hacer cuando me doy cuenta que no quiero estar aquí y sí en otro lugar. Y no puede ser, Barcelona es preciosa. Hoy el cielo estaba con ése azul, no hacía frío y he podido desayunar en una terraza en la que el sol bañaba mi espalda. Después he cogido el 17 sin saber si quiera a dónde me podía llevar, resulta que ha parado justo dónde quería ir. Una suerte.
En el mercado de Sant Antoni, los domingos los niños intercambian cromos. Esta tradición que parece venida a menos, congrega a muchísimas personas adultos y niños en torno a paradas caseras con mesas donde los visitantes pueden enseñar sus cromos unos a otros. También hay mucho señor mayor que busca sus coleccionables de álbumes de época.
Junto a estas improvisadas paradas, también hay otras de libros de segunda mano. Hoy he tenido entre mis manos, la biografía que la estilosa Francoise Gilot escribió en los años sesenta, era una edición preciosa de verdad. Tapa dura, precio inaccesible, buen gramaje de hoja, impecables ilustraciones y fotografías, muy bien conservado, envuelto en un cuidado celofán que prometía. Mi cara debía ser un poema -de Brossa con un interrogante- en seguida el propietario me lo ha ofrecido para que le echara un vistazo. Qué hermosa era. Mucho más que cualquier otra mujer o musa de artista, incluída la preciosa -y silenciosa- mujer de Modigliani- que ya está a su lado.
Entre las fotos había una que me gusta mucho y ya había visto. Era la de las hojas, que a modo de corona rodean su cabeza, había también alguna más que he podido encontrar luego en su página web. Sigue viva, yo no sabía. Y sigue pintando. Musa total.

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