(A Joako y a Grego por la manzana)
La Señora Lánguida vivía dentro de un sombrero, como puerta un pequeño agujero.
Salía a pasear todas las mañanas, a pesar de ser muy fea, siempre iba engalanada.
La Señora Lánguida no tenía quién la cuidara, no cesaba de dar limosnas y regalar manzanas.
¡Cómaselas Ud.! le dijo un viejo sin dentadura una vez.
¡Nadie me quiere! ¿Qué es lo que pasa? ¿Dónde está mi Adán?
La Señora Lánguida se murió y su sombrero está en venta.
¡Ay qué pena! todas las manzanas podridas en la huerta.
Si se hubiera comido sólo una y disfrutado, quizás tan sola no hubiera estado.
Pintar manzanas, hacer compotas y con las pieles jugos y pasteles.
Cada vez que le des un mordisco a una, sea reineta, verde, roja o con nombre de musa rusa: Gala, acuérdate de disfrutar y piensa en ella, verás como te sonríe una estrella.
(lo mío nunca fueron las moralejas, ni la de Madrid ni las Calleja)

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